Saltar al contenido

¿Cuáles son los Símbolos de la Unión Europea?

¿Cuáles son los símbolos de la UE? El papel de los símbolos para forjar una conciencia y una identidad de la Unión Europea como comunidad política es crucial.

Dejando a un lado los símbolos enumerados en la Constitución, pienso en los edificios de Europa (desde el Berlaymont hasta el Justus Lipsius), el pasaporte europeo, las matrículas de los vehículos, las ciudades de la cultura, etc.

Lejos de cumplir una función “cosmética” de importancia secundaria respecto a la función de las cuatro libertades o de las políticas comunitarias, los símbolos de la Unión Europea expresan los valores profundos de la Unión Europea.

También pueden movilizar los sentimientos de la opinión pública europea. No se limitan a dar vida a la noción de pertenencia, sino que contribuyen activamente a apoyarla, ayudando así al incipiente demos europeo a echar raíces.

Tabla de Contenido

¿Cuáles son los principales símbolos de la Unión Europea?

Todo grupo social y toda sociedad política organizada adquiere los símbolos (o signos) que necesita para identificarse, distinguirse y representarse.

Como sabemos, el término ‘símbolo’ proviene del griego ‘συμβάλλω’ (reunir, hacer coincidir) que da ‘σύμβολον’, compuesto por ‘σύν’ (juntos) y ‘βάλλω’ (tirar).

Literalmente, es la muestra de reconocimiento formada por la parte desprendida de un objeto de madera, cerámica o metal cortado que se ajusta perfectamente al resto.

Un símbolo, por tanto, actúa como medio de identificación, como signo de reconocimiento entre personas o entre los miembros de un grupo social y los símbolos más representativos de la Unión Europea son.

La bandera de la Unión Europea

Entre los símbolos de la Unión, la bandera con un círculo de 12 estrellas doradas sobre fondo azul, adoptada por el Consejo de Europa el 8 de diciembre de 1955 y asumida por la Comunidad en 1986, es evidentemente un símbolo de identidad por excelencia.

Cualquier interpretación del simbolismo de la bandera debe partir de su descripción simbólica y heráldica.

Su descripción simbólica indica que “sobre el fondo del cielo azul, doce estrellas doradas forman un círculo que representa la unión de los pueblos de Europa.

El número de estrellas es fijo, siendo doce el símbolo de la perfección y la unidad”. La descripción heráldica indica: “en campo de azur, un círculo de doce lisas de oro, cuyas puntas no se tocan”.

Por tanto, los componentes simbólicos que hay que considerar son (a) el círculo; (b) las estrellas, incluyendo su número y forma; (c) los colores.

En primer lugar, el círculo. Un círculo no tiene principio ni fin, ni dirección ni orientación, y es homogéneo, perfecto e indivisible. Un círculo se remonta a sí mismo y es, por tanto, un símbolo de la unidad, de lo absoluto y de la perfección.

En un círculo, todos los puntos de la circunferencia son equidistantes del centro. Por eso es una buena ilustración de la unión de los pueblos de Europa a la que se refiere la descripción simbólica oficial.

Pero también es una buena ilustración de la paridad de los Estados miembros. En segundo lugar, las estrellas. Iluminan el cielo nocturno y orbitan alrededor de la estrella polar, por lo que se perciben como símbolos del orden cósmico.

En las banderas, la estrella ilustra la independencia, la unidad, la libertad, la renovación y la esperanza.

Una de las características de las estrellas de la bandera europea es que tienen cinco puntas que no se tocan entre sí; también se conocen como pentagramas o pentáculos.

Dado que las estrellas de cinco puntas se pueden dibujar con una sola línea cerrada e ininterrumpida, los pitagóricos les dieron un significado místico de perfección.

El número de estrellas es fijo y se estableció en 12 en 1955. El doce se considera un número ideal.

Por último, los colores. Los colores tienen su propio valor expresivo y simbólico.

El rectángulo de la bandera es azul, el color del cielo y del universo. El azul es también tradicionalmente el color del continente europeo. Muchos parlamentarios se refirieron a este simbolismo cuando el Consejo de Europa se preparaba para adoptar la bandera.

La bandera europea -se ha observado- cumple, pues, todos los requisitos de un emblema ideal: su buen simbolismo es sencillo y fácil de interpretar.

Es fácilmente reconocible; es armoniosa, original y también sencilla de producir. Es, pues, una bandera perfecta desde el punto de vista geométrico, simbólico y político.

El lema de la Unión Europea

El lema de la Unión es “unidos en la diversidad”. Al igual que los demás símbolos, el lema subraya claramente el sentimiento de identidad europea que corresponde a cada ciudadano de la Unión, más allá de la propia Unión Europea.

El preámbulo del Tratado, en cuyo quinto considerando se utiliza el término “unidos en la diversidad”, contribuye a interpretar el significado del lema establecido en el artículo I-8 del Tratado Constitucional. Consideremos las dos palabras utilizadas en el lema de la Unión Europea: “unidos” y “diversidad”.

El himno de la Unión Europea

El himno europeo es el preludio de la Oda a la Alegría, el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven.

Beethoven no era sólo un músico como Mozart y, sobre todo, Haydn, sino también un profundo pensador preocupado por los problemas sociales y las nuevas ideas; la revolución francesa dejó una fuerte y poderosa huella en su pensamiento.

Para él, la música no existía per se, sino que estaba cargada de significado y casi siempre encarnaba una idea. La mayoría de sus composiciones, sobre todo las escritas en sus años de madurez y al final de su vida, no son sólo la expresión de un sentimiento amorfo, sino auténticos poemas musicales que reflejan las distintas corrientes de pensamiento y sus etapas, y a menudo dan vida a un tema.

La melodía de la Oda a la Alegría es sencilla, casi elemental, y de una musicalidad accesible y clara que resulta fácil de escuchar.

La principal preocupación de Beethoven era lograr un equilibrio perfecto entre la unidad (y la repetición exacta) y la variedad, en una forma fácilmente memorable.

En los pasajes que conmemoran los valores de la verdad, la libertad, la fraternidad universal y la felicidad humana, el hombre sale victorioso de todas sus opresiones físicas y morales.

 La exhortación a la fraternidad y a la amistad, al amor y a la paz, de la que la Oda es un símbolo muy figurativo, lo que explica que el Consejo de Europa y luego las Comunidades Europeas decidieran tomar como himno oficial un himno.

La moneda de la Unión Europea

A principios de 2002, el euro se convirtió en la moneda de una unión de Estados y pueblos y asumió inequívocamente una función institucional.

La iconografía de los billetes incluye, en el reverso, arcos, bóvedas, pilares y columnas, puertas y ventanas. La puerta y el puente.

Estas dos imágenes nos remiten a la famosa metáfora de Georg Simmel. El dinero es una puerta y un puente, nos dice Simmel. Es un puente porque ayuda al comercio a ser interdependiente, y una puerta porque es completamente impersonal y abstracta.

Toda institución es a la vez una puerta y un puente, todo lo creado por el hombre, como ser social, tiende a cristalizarse, a convertirse en institución.

El euro está aquí para quedarse: es, pues, una institución. Es quizás la institución más cercana a los ciudadanos, ya que está en nuestros bolsillos y en nuestros pensamientos. Es una puerta y un puente.

Es una puerta porque se abre a un mundo desconocido, a un futuro incierto, que provoca ansiedad. Pero es un puente porque, al respetar plenamente la vocación típica de la circulación monetaria, une a los europeos y contribuye a que tomen conciencia de su pertenencia a un mismo espacio económico y monetario y es un punto de referencia claro para Europa en su búsqueda de identidad.

Visto así, el euro actúa para los ciudadanos europeos como un “factor de reconciliación de su identidad”, a la vez que refuerza su sentimiento de pertenencia y sirve de frontera entre los pueblos de Europa y el resto del mundo.

Día de Europa

En todos los Estados miembros el 9 de mayo se celebra el Día de Europa.

Como es sabido, con el advenimiento de las monarquías comenzaron a celebrarse fiestas de carácter civil o dinástico, aunque muchas incluían un elemento religioso (coronaciones, boda de un soberano, nacimiento de un heredero al trono, etc.).

En los Estados miembros se reserva un día para las celebraciones nacionales. Las fiestas cívicas son una forma importante de preservar la memoria y contribuyen a naturalizar periódicamente un patrimonio ecléctico, a mantener viva la conciencia del pasado y a unificar las redes relacionales.

La fiesta nacional suele ser el día de la independencia del Estado, y en algunos casos se celebra el santo patrón o un acontecimiento especialmente significativo para la nación.

El Tratado Constitucional fija el 9 de mayo como Día de Europa en recuerdo de la Declaración del Ministro de Asuntos Exteriores francés, Robert Schuman, del 9 de mayo de 1950, que se considera convencionalmente como la fecha en la que comenzó la construcción de Europa.